El Líbano afronta un repunte de contagios después de la devastadora explosión en el puerto de Beirut a principios de este mes. El lunes el Ministerio de Salud registró 456 nuevos casos de coronavirus, que elevan a 9.337 los positivos desde el inicio de la pandemia, y un total de 105 muertes.
En un intento de contener la propagación del covid-19, las autoridades sanitarias libanesas pidieron la misma jornada imponer una cuarentena de dos semanas. Anteriormente, ya habían advertido del riesgo asociado a las aglomeraciones en los hospitales tras la explosión, en los funerales o durante los trabajos de búsqueda y rescate entre los escombros, pero además de eso en el país también se registraron protestas contra la clase gobernante por décadas de lo que los manifestantes consideraron como una mala gestión.
El Líbano impuso en un principio estrictas medidas para controlar los contagios, pero los casos subieron tras el levantamiento de la cuarentena y el toque de queda nocturno. El único aeropuerto internacional del país reabrió a principios de julio.
El ministro de Salud, Hamad Hassan, advirtió que la cifra real de afectados podría ser mucho mayor. Tras reunirse el lunes con las autoridades médicas que exigieron la imposición de otra cuarentena de dos semanas, instó a todos a llevar mascarillas y aseveró que el coronavirus se había extendido a todas las ciudades y a casi todos los pueblos del país.
"Es una cuestión de vida o muerte", afirmó Hassan, señalando que pronto los hospitales públicos y privados podrían dejar de ser capaces de admitir a más pacientes.
El sector de salud libanés se ha visto golpeado por la pandemia, en medio de una crisis económica y financiera sin precedentes. La explosión en el puerto de Beirut abrumó los hospitales de la capital, agravando la presión sobre ellos, y dejó fuera de servicio al menos tres centros médicos.
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